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jueves, 6 de septiembre de 2018

DAMOS LA BIENVENIDA AL CURSO 2018-2019 CON ROSA MONTERO EN "EL ARTÍCULO DEL MES: SEPTIEMBRE 2018".

Volvemos al blog de nuestra Biblioteca con este artículo de Rosa Montero que nos recuerda algo básico y elemental, pero que frecuentemente olvidamos: que allí donde veamos la desgracia seguro que, si aguzamos la mirada, podemos ver también algo de gracia. Lo digo, claro está, por esta vuelta al trabajo, por este septiembre, por este comienzo del otoño, por los horarios... ¡Venga, veámosle a todo esto su parte de gracia!


La desgracia y la gracia 
Ya estamos otra vez aquí, en la vida real, en el comienzo del nuevo curso (el colegio nos dejó rutinas imborrables) y en el final de ese paréntesis de libertad y anomalía que son las vacaciones, un tiempo de gracia o quizá de desgracia, porque nada en la vida puede ser tenido por seguro. Hace bastantes años escribí un cuento titulado Retrato de familia que trata de un matrimonio maduro que está en una abarrotada playa en el mes de agosto. De repente, él se empieza a sentir mal. Es un infarto y es probable que muera, así, de esta manera tan incongruente y tan ridícula, en traje de baño, con los pelos de la barriga al aire, tumbado sobre una toalla barata de lunares, rodeado de curiosos semidesnudos, oliendo a sal y a crema solar, escuchando el griterío de los niños y el batir de las olas, cegado por el cabrilleo de las aguas. Uno no se puede morir así, de vacaciones. Uno no debería morirse nunca, pero bajo el sol y en una playa es aberrante, hay demasiada alegría y demasiada luz para que triunfen las sombras. Sin embargo, la desgracia siempre sigue su marcha, indiferente. No hay felicidad que la detenga.
Leo, por ejemplo, que del 1 de enero al 15 de julio de 2018 han muerto ahogadas en España 159 personas (un tercio menos que el año pasado, por fortuna). Me acongoja imaginar esos 159 días que comenzaron dichosos, el proyecto festivo de ir a la playa, a la piscina, al río. Se preguntarán por qué estoy escribiendo este artículo tan raro, tan morboso. Pues porque hace una semana mi perra pequeña, una atleta saltarina y joven, fue atropellada por un coche. Tiene vértebras rotas, la han operado y metido ocho clavos, todos creímos que se quedaría paralizada. Era una mañana feliz y la desgracia asomó su hocico amarillo. Y no puedes dejar de pensar con estupor en el instante anterior. Ah, si la hubiera llevado de la correa… O bien, en otras situaciones todavía más graves que todos hemos vivido: si no hubiera cogido ese tren, si no hubiera conducido tan cansado, si no hubiera ido a esa fiesta… El instante de antes es de una belleza aterradora, es el tiempo perfecto de la dicha perdida. Aunque, reconozcámoslo: cuando lo teníamos todo, no éramos conscientes de tenerlo. Sólo al perder algo lo valoramos bien, sólo al quebrarse brilla, así de necios somos.
Algunos dicen que la desgracia enseña; yo personalmente prefiero otros maestros, pero además es que dudo muchísimo de esas enseñanzas. Son mudables, volátiles. Cuántas veces he visto en otros y en mí misma, a raíz de un mordisco de la desgracia, actos de contrición, propósitos de enmienda, estallidos de una sabiduría deslumbrante. Esta pérdida, nos decimos, me ha enseñado a valorar el presente y la dulzura de todo lo que poseo. Pues no: son palabras de humo que el viento desbarata. Al poco tiempo volvemos a ser igual de descuidados e insensatos. Me reafirmo: la desgracia no enseña. Pero atención, tranquilos: lo que enseña es la gracia. En esta crítica semana de congoja, metida en un hospital veterinario fuera de España, me he sentido bendecida por la gracia mayor, por la generosidad de tanta gente, por la maravilla de los amigos. Personas que se ofrecen a cogerse un avión y venir a ayudarme, hombres y mujeres que me cuentan historias sanadoras y consoladoras, que me dan su aliento, que se postulan para cuidar a la perra o para llevarla a la fisioterapia. Es el milagro sin fin de la buena gente.
Y también, y este es el mayor prodigio, la constatación de la fuerza misma de la vida. Para pasmo de todos, esta perra mía cabezota y tenaz está caminando contra todo pronóstico. Pero hay un aprendizaje aún más importante: en estos días me han contado multitud de casos de animales accidentados, cojos y tuertos, que han seguido viviendo tan felices. Los he visto en vídeos saltando tan alegres con tres patas, libres de la podrida frustración, del peso de la pérdida que nos reconcome a los humanos. Esa es la verdadera gracia, saber vivir con lo que uno es y lo que uno tiene. Tenemos tanto que aprender de los otros animales. Ni pena ni miedo, como dice el poeta Raúl Zurita. 
                                                                  Rosa Montero, El País Semanal, 2 de septiembre de 2018



lunes, 9 de junio de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES: JUNIO DE 2014

Este último mes de curso (que por fin llegó !!!) el artículo del mes de junio nos trae al siempre didáctico Jose Antonio Marina con un artículo de su libro "La educación del talento".
En él se dirige especialmente a padres y educadores para ayudarles a buscar ese "talento" flexible que aprende continuamente y se adapta al continuo cambio del mundo actual. Espero que os guste.

Gema Redondo



LA EDUCACIÓN DEL TALENTO

¿Y ESTO SE PUEDE APRENDER?


¿No es el talento una cualidad heredada? La polémica entre herencia y educación es muy antigua. Es evidente que los niños nacen distintos, con características diferentes. Pero según la opinión científica más ampliamente aceptada, la inteligencia depende a partes iguales de la herencia y de la educación. Y eso, en un niño sano, deja abierto mucho espacio de juego. No todos nacen igualmente dotados, pero lo importante es que desarrollen al máximo sus capacidades.
Suelo contar a mis alumnos más jóvenes que la inteligencia humana se parece mucho al juego de póquer. Tanto en la vida como en el juego se nos reparten unas cartas que no podemos elegir. Genéticas, sociales, económicas, en un caso; naipes, en el otro. En ambos casos hay cartas buenas y cartas malas, y no hay duda de que es mejor tenerlas buenas que malas. Pero ahora viene la pregunta importante: ¿gana siempre quien tiene las mejores cartas? No. Gana quien juega mejor con las que tiene. Eso es lo que podemos hacer mediante la educación: enseñar a jugar bien. Todos deberíamos hacernos una pregunta: ¿por qué, si los seres humanos somos tan inteligentes, hacemos tantas tonterías? Ser el único animal que tropieza diez veces en la misma piedra es un dudoso honor. Saber usar bien la inteligencia es nuestro gran poder.
El objetivo de este libro es explicar cómo funciona esa inteligencia práctica, no para detenernos en el conocimiento, sino para extraer de él conclusiones educativas, para gestionar mejor nuestras propias vidas. […] Si reflexionamos sobre nosotros mismos, veremos la conveniencia de pensar en nuestra inteligencia como dividida en dos niveles. El primero de ellos es es una gigantesca sala de máquinas, donde se trabaja continuamente con la información que se recibe y con la que se tiene almacenada. En ella se producen sentimientos, ideas, deseos, que se hacen conscientes y acceden al nivel superior, donde son evaluadas por un sistema evaluador que las acepta, las rechaza, bloquea el paso a la acción o actúa. Para hacerlo, necesita utilizar distintos criterios de evaluación.

miércoles, 7 de mayo de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES: MAYO DE 2014

Este mes el departamento de Física y Química ha seleccionado un artículo muy reciente (17 de Marzo) que nos habla sobre la evidencia experimental de la teoría de la inflación que complementa la del Big Bang.
A pesar de que el tema es complejo el artículo transmite la importancia del reciente descubrimiento con bastante claridad. Espero que os resulte interesante. 
Gema Redondo

DETECTADAS LAS ONDAS DEL PRIMER INSTANTE DEL UNIVERSO

Un telescopio en el polo Sur capta la huella de la teoría de la inflación cósmica, que completa el conocimiento del Big Bang

Un equipo internacional de científicos ha detectado los sutiles temblores del universo un instante después de su origen. Un telescopio estadounidense en el mismísimo polo Sur ha logrado captar esas huellas en el cielo que suponen un espaldarazo definitivo a la teoría que mejor explica los primeros momentos del cosmos, denominada inflación y propuesta hace más de tres décadas por Alan Guth.
Esa inflación fue un crecimiento enorme y muy rápido del espacio-tiempo inicial y, a partir de ese momento, el universo siguió expandiéndose pausadamente, hasta ahora, 13.800 millones de años después. Es la teoría del Big Bang, pero con un complemento fundamental al principio de todo. Como dice Alan Guth, el científico estadounidense que propuso, a principio de los ochenta, la inflación cósmica,”exploramos el bang del Big Bang”.
Los científicos del telescopio de microondas BICEP2, instalado en la base antártica Amundsen Scott, presentaron ayer en Harvard los datos concluyentes, disparando la euforia y la emoción de muchos cosmólogos en todo el mundo que, por muy convencidos que estuviesen de que la inflación tenía que ser la explicación correcta de lo que pasó casi al principio, estaban a la espera de la prueba, imprescindible en ciencia, de que la naturaleza efectivamente funciona como ellos habían conjeturado.
Y la prueba son las ondas gravitacionales primordiales, producidas por las llamadas vibraciones cuánticas en el espacio-tiempo, que se propagan por el universo a la velocidad de la luz y de las que hoy queda la leve firma en la radiación de fondo que permea todo el cielo.
El propio Guth declaró a Nature: “Es una prueba nueva y totalmente independiente de que el panorama inflacionario encaja”. Y Andrei Linde, el físico ruso que se fue a trabajar a EE.UU y que mejoró de modo definitivo la teoría de la inflación poco después de que Guth la propusiera, comentó que el descubrimiento de estas ondas gravitacionales “es la parte de la historia que faltaba”. Y añadió, emocionado, en un vídeo de la Universidad de Stanford: “Este es un momento de la comprensión de la naturaleza de tal magnitud...”.
La teoría del Big Bang funciona bien y varias sólidas pruebas observacionales la respaldan, pero en realidad, arranca su historia del universo un poco después del principio, un momento a partir del cual explica con éxito la expansión de las galaxias que observó Edwin Hubble en 1929, la formación de los elementos ligeros como el hidrógeno o la radiación de fondo (de cuando el universo tenía 380.000 años) remanente en el cielo, que es el resplandor de la época en que se formaron los primeros átomos.

jueves, 3 de abril de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES: ABRIL DE 2014

El departamento de Historia ha elegido como artículo del mes de abril una de las cartas que Miguel Hernández le escribió a su mujer Josefina Manresa. Fue una relación que mantuvieron durante 8 años (1934-42)y un noviazgo marcado por la distancia, la guerra y la cárcel. Espero que lo disfrutéis.
Gema Redondo.
A Josefina Manresa (Madrid, 12 de septiembre de 1939)
Mi querida Josefina:
Esta semana, como las anteriores, llega martes y no ha llegado tu carta. También empiezo a escribir ésta para que me dé tiempo a echarla después, cuando el correo me traiga la tuya, que no creo que falte hoy. Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros y desesperarme.

Prefiero lo primero y así no hago más que eso, además de lavar y coser con muchísima seriedad y soltura, como si en toda mi vida no hubiera hecho otra cosa. También paso mis buenos ratos espulgándome, que familia menuda no me falta nunca, y a veces la crío robusta y grande como el garbanzo. Todo se acabará a fuerza de uña y paciencia, o ellos, los piojos, acabarán conmigo. Pero son demasiada poca cosa para mí, tan valiente como siempre, y aunque fueran como elefantes esos bichos que quieren llevarse mi sangre, los haría desaparecer del mapa de mi cuerpo. ¡Pobre cuerpo! Entre sarna, piojos, chinches y toda clase de animales, sin libertad, sin ti, Josefina, y sin ti, Manolillo de mi alma, no sabe a ratos qué postura tomar, y al fin toma la de la esperanza que no se pierde nunca. Así veo pasar un día y otro día, esperanzado y deseoso de correr a vuestro lado y meterme en nuestra casa y no saber en mucho tiempo nada del mundo, porque el mundo mejor está entre tus brazos y los de nuestro hijo.
Aún es posible que vaya para el día de mi santo, guapa y paciente Josefina. Aunque yo, la verdad, creo que estos amigos míos llevan las cosas muy despacio. Han estado de vacaciones fuera de Madrid y han regresado esta semana pasada. No han podido venir a verme porque ahora es imposible para todo el mundo. Es casi seguro que los veré la semana que viene. Me decías en tu anterior que guardara la ropa cuanto pudiera. No te preocupes, que si no tengo ropa cuando salga, con ponerme una mano en el occipucio y otra en el precipicio, arreglado. Así y todo procuro conservarla y uso la más vieja y todo son cosidos y descosidos y ventanas por todas partes. El pijama se me ha roto y le he puesto un remiendo que es media camisa, porque se me veía toda la parte de atrás y era una verdadera vergüenza.
Por lo que a mí me pasa, me figuro lo que os pasará a vosotros y como esto siga así, me veo contigo como Adán y Eva en el Paraíso. ¡Ay, Josefina mía! No nos queda otro remedio que aguantar todo lo malo que nos viene y nos puede venir, para el día que nos toque aguantar lo bueno. ¿Verdad que llegará ese día? Yo nunca he dudado de que llegará y de que seremos más felices que hasta aquí hemos sido. Esta separación nos obliga a respetar a nuestro Manolillo más que respetamos al otro. Manolillo del que no dejo de acordarme nunca. Dentro de un mes hará un año que se nos murió. Eso de que el tiempo pasa de prisa, para nadie es más verdad hoy como para nosotros y a mí me cuesta trabajo creer que ha pasado un año desde que cerró nuestro primer hijo los ojos más hermosos de la tierra. Dios, a quien tú tanto rezas, hará que el día diecinueve de octubre lo pasemos juntos, si no hace que lo pasemos el día veintinueve de este mes. No quisiera pasar, ese día lejos de ti. Iremos a dar una vuelta al campo y si tú eres decidida, visitaremos la tierra donde nos espera. Tengo ganas de hablar contigo. La otra noche soñé a Manolillo ya con cinco o seis años de edad. Cuídalo mucho, Josefina que crezca fuerte y defendido contra toda enfermedad.
Cuando te sea posible come mucha fruta y mucho vegetal, principalmente patatas. Es lo que más conviene a tu salud y a la de nuestro sinvergüencilla. No me dices muchas cosas suyas. Supongo que ya hablará más que un loro. Si supieras que ganas tengo de oír su voz: se me ríen los huesos sólo de imaginarla, con que mira lo que me voy a reír el día que la oiga de verdad. Dime el peso que tiene, que no lo has pesado hace mucho tiempo. Estoy enfadado con Manolo y con las Marianas, a ninguno de los cuatro se les ocurre escribirme unas letras. No se acuerdan de mí, que no los olvido. Dime también algo de la abuela y la tía, que tampoco me han mandado una sola letra (...).
Bueno. Voy a dejar el lápiz y a esperar tu carta, a ver qué me trae de bueno. Nada. Hoy no recibo carta tuya. No me gusta que te retrases en escribirme. Vaya plantón que me he llevado al pie del que vocea el correo. No hay derecho. Espero que me digas algo de nuestra familia de Orihuela, de mi madre especialmente y de la de Pepito. Anteayer he recibido una carta de un amigo de la huerta, Trinitario Ferrer, muy amigo de mi hermano y me dice que se ve con él todos los días. Di a Vicente que le diga que por ahora no puedo contestarle, pero que me alegra mucho saber de él. Voy a terminar mi carta diciéndote que seas menos perezosa conmigo o de lo contrario no te voy a escribir en un mes. Y nada más porque no parezca larga ésta a la censura y porque hagan todo lo posible para que llegue a tus manos.
Manolillo: adiós, un beso ¡pum! Otro beso ¡pum! Otro, otro, otro, ¡pum, pum, pum! Manolo: escribe, dejando a un lado por un rato las barbas y las perezas. Marianas: a ser buenas y a pelearos una vez a la semana solamente. Josefina: recibe para ti y para nuestro hijo y para nuestros hijos mayores el cariño encerrado y empiojado y... perdido de tu preso Miguel. ¡Adiós!


miércoles, 12 de marzo de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES:MARZO DE 2014

Este mes, el departamento de Inglés nos refiere los antecedentes históricos de este idioma con un artículo de Melanie Hargrave.
A lo mejor, después de leerlo, entendemos el porqué de esto que alguna vez hemos sentido o pensado la mayoría:
" Una desquiciante ortografía basada más en la etimología que en el sentido, el asunto de qué sinónimo utilizar, la forma en que las frases cambian de significado según se acentúen diferentes palabras, o los verbos irregulares son sólo algunas de las rarezas que hacen del Inglés un idioma tan difícil."
Gema Redondo

CÓMO OTROS IDIOMAS NOS AYUDAN A ENTENDER MEJOR EL INGLÉS
Por Melanie Hargrave (www.miniglot.com)
No es un secreto que el Inglés no es una lengua fácil de aprender. Una desquiciante ortografía basada más en la etimología que en el sentido, el asunto de qué sinónimo utilizar, la forma en que las frases cambian de significado según se acentúen diferentes palabras, o los verbos irregulares son sólo algunas de las rarezas que hacen del Inglés un idioma tan difícil. Los hablantes nativos asumimos esas irregularidades de forma subconsciente. Desde pequeños aprendemos que el plural de “goose” es “geese”, pero que el plural de “moos” no es “meese”. Y no tenemos problemas, incluso sabiendo que partes de nuestra lengua no tienen en realidad mucho sentido.
Pero el Inglés podría ser más lógico de lo que creemos. Sólo es necesario mirar atrás a los orígenes de la lengua y las piezas comienzan a encajar.
UNA (MUY) BREVE HISTORIA DE LA LENGUA INGLESA
El Inglés tiene una rica y fascinante historia. Ha evolucionado continuamente desde sus comienzos allá por el siglo V A.D. hasta su uso hoy en entradas de blogs, lenguaje financiero o jerga de Internet. Añade frases y palabras nuevas cada año, cambia el significado de palabras para adaptarse mejor a la sociedad moderna y abandona otras. Cuando comenzó no se parecía en nada al idioma que hablamos hoy.
OLD ENGLISH
El Old English comenzó en su forma más antigua con la emigración de varias tribus germánicas, anglos, sajones y jutos desde Europa a Gran Bretaña en el s V. Los británicos en aquel momento hablaban una lengua celta, pero la llegada de las lenguas germánicas pronto la desplazó. Hacia 1066, año en que tiene lugar la Conquista Normanda, el latín, antiguo noruego y el anglosajón se mezclaban creando un nuevo idioma hecho de préstamos lingüísticos. La conquista prestó al nuevo idioma palabras francesas.
El Old English podría haber seguido fácilmente el camino de otras lenguas antiguas. Cada vez que los reinos eran conquistados por naciones extranjeras, la antigua lengua era desplazada por la lengua de los conquistadores. Pero el Inglés no sucumbió a ninguno de los conquistadores, en su lugar, se adaptó. Dio la bienvenida a nuevas palabras y estructuras y en lugar de extinguirse se fue haciendo más fuerte.
MIDDLE ENGLISH
El Inglés se convirtió en la lengua nacional tras la reinstauración de un rey anglo-parlante, Enrique IV, en el siglo XIV. El Old English no se parecía en nada a lo que hablamos hoy, pero si se reconocen muchas palabras del Middle English. Los expertos no se deciden en cuanto a una fecha exacta para esta época, pero la mayoría la sitúa entre 1150 y 1500. escritores como Chaucer y John Gower escribieron en esta época y también Wycliffe hizo la primera traducción de la biblia al Inglés. Había una plétora de dialectos locales y palabras de otras lenguas, tales como el francés, se usaban normalmente en un inglés basado en el latín. En esta época la ortografía también se normalizó un poco.
MODERN ENGLISH
Los estudiosos estiman el principio del Modern English hacia 1500, aproximadamente en medio del Great Vowel Shift1 que tuvo lugar entre los siglos XV y XVIII. El inglés era por supuesto muy diferentes hace 500 años del que hablamos hoy. Sin embargo obras de la época como los dramas de Shakespeare o la Biblis del rey James, están escritas en un inglés perfectamente reconocible ( “old”, aunque no tan “old” si lo comparamos con las lenguas germánicas del siglo V)
El Modern English ha evolucionado lingüísticamente, por supuesto. Se distingue incluso entre un primer Modern Period (1500- 1800) y una tardío Modern Period (1800 al presente). Y está constantemente evolucionando. Un blogger de internet escribirá da manera muy diferente a un abogado de Vancouver. Usarán una jerga distinta en el sur profundo a la que usan en los estados del norte. El inglés británico y americano tiene muchas diferencias y no solo en la manera de pronunciar las vocales.
1 El gran desplazamiento vocálico (en inglés Great Vowel Shift) fue un cambio sustancial y amplio producido en la pronunciación del idioma inglés, que tuvo lugar en el sur deInglaterra y consistió en la transformación de los sonidos vocales de forma gradual entre los años 1200 y 1600. El término fue acuñado por el anglicista y lingüista danés Otto Jespersen, quien estudió el fenómeno. Originalmente las vocales del inglés antiguo tenían sonidos muy similares a las de otros idiomas europeos relacionados (neerlandés y alemán, hoy ampliamente divergentes) y similares a los sonidos vocálicos del latín litúrgico. Sin embargo, por razones aún no muy claras todas las vocales, principalmente las vocales largas, comenzaron a variar con el transcurso de los años. (Nota de la traductora)

domingo, 9 de febrero de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES: FEBRERO DE 2014



  Este mes es el Departamento de Filosofía el que elige un texto de Fernando Savater, extraído de Ética para Amador. Su título es LA ÉTICA O EL ARTE DE SABER VIVIR BIEN. En él se reflexiona sobre los saberes posibles y los imprescindibles, la libertad y sus limitaciones...
Espero que podáis sacar unos minutos para leerlo con detenimiento.
Gema Redondo
LA ÉTICA O EL ARTE DE SABER VIVIR BIEN


“Hay ciencias que se estudian por simple interés; otras, para aprender una destreza; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para vivir.
Ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos y ácido prúsico no permite llegar a viejo. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.
      En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no si queremos seguir viviendo. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo «bueno» porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos «malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir .
En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra y enemista a las personas; pero a veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un favor a alguien. Por otra parte, al que siempre dice la verdad --caiga quien caiga-- suele cogerle manía todo el mundo. Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones apariencias de malo.
      Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos hacer. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno.
En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con todos. Estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la rana que tiende su trampa y se la come.
      Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyendas..., en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles.
Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros seres naturales sí. Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa. Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.
Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. es cierto que no estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:
      Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo
         Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad.
      En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza. En cuanto te fijes un poco, verás que los que así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber que no son libres. Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra...» Uno puede considerar que optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil.
      A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética.”
                                          Fernando Savater: Ética para Amador, Ariel, p.20 y ss.

miércoles, 8 de enero de 2014

EL ARTÍCULO DEL MES DE ENERO

"La disciplina de la imaginación", Antonio Muñoz Molina
(publicado en El País, el 29 de septiembre de 1998)
Con alguna frecuencia voy a dar conferencias a institutos, y siempre compruebo, con tanto entusiasmo como melancolía, una doble verdad. Primero, que en esas aulas está el mejor público que puede desear un escritor: el más receptivo, el más limpio de vanidad y de prejuicios. Segundo, que hay muy pocas cosas tan hirientes como el contraste entre el dispendio ilimitado de las ceremonias culturales organizadas por ayuntamientos, diputaciones y comunidades, y la penuria absoluta en la que casi siempre se desenvuelven los centros públicos de enseñanza. Este es un país donde, al tiempo que vienen las mejores orquestas del mundo, muchos conservatorios se encuentran en condiciones nigerianas, y donde las Administraciones gastan en televisiones consagradas a emitir basura comercial e ideológica el mismo dinero que escatiman en bibliotecas o plazas de profesores.
Aunque lo parezca, todo lo anterior no es en absoluto ajeno a la literatura, (...). Si la literatura, como tiende a creerse ahora, es un adorno, un fetiche de prestigio para pavonearse ante los ojos embobados de la tribu, si es una materia fósil, apartada de la vida y que solo interesa a los eruditos universitarios, entonces tienen razón quienes la desdeñan, quienes la eliminan poco a poco de los planes de estudio, y también el público que jamás se interesa por ella. Si la literatura es superflua, si no es útil para vivir y no alude a honduras fundamentales de la experiencia humana, lo mismo los escritores que los profesores, que nos ganamos la vida gracias a ella, tendremos razón para sentirnos impostores.
Cuando yo estudiaba sexto de bachillerato, hace casi treinta años, la clase de literatura consistía en una ceremonia tediosa y macabra. Un profesor de cara avinagrada subía cansinamente a la tarima con una carpeta bajo el brazo, tomaba asiento con desgana y nos dictaba una retahíla de fechas de nacimientos y de muertes, títulos de obras y características que tenías que conocer al piede la letra si no querías suspender. Afortunadamente para mí, yo ya era un adicto irremediable a la literatura: pero la mayoría de mis compañeros la habrán considerado para siempre ajena y odiosa. (...) la educación literaria era, y en ocasiones sigue siendo, una manera rápida y barata de alejar a los adolescentes de los libros.
A nadie le interesa aprender cosas inútiles. Solo amaremos los libros si nos damos cuenta de que son útiles y pertenecen al reino de nuestra propia vida. Leer no es hacer méritos para aprobar ni para demostrar que se está al día. Un libro verdadero -también los hay impostores- es algo tan necesario como una barra de pan o un vaso de agua. Como el agua y el pan, como la amistad y el amor, la literatura es un atributo de la vida y un instrumento de la inteligencia, de la razón y de la felicidad.
Un amigo mío que se dedica a enseñarla dice que la literatura no es cultura, sino algo más serio y más elemental. La literatura, su médula, es una consecuencia del instinto de la imaginación, que opera con plenitud en la infancia y que poco a poco suele ir atrofiándose, como todo órgano que se deja de usar. A medida que crecemos y se nos empieza a adiestrar para el trabajo, para la mansedumbre y la desdicha, el hábito de la imaginación se vuelve incómodo, peligroso e inútil. No porque sea un proceso natural, sino porque hay una determinada presión social para que no nos convirtamos en individuos sanos, felices y autónomos, sino en súbditos dóciles, en empleados productivos, en lo que antes se llamaba hombres de provecho. (...)
La tarea del que se dedica a introducir a los niños y los jóvenes en el reino de los libros es enseñarles que estos no son monumentos intocables o residuos sagrados, sino testimonios cálidos de la vida de los seres humanos, palabras que nos hablan con nuestra propia voz y que pueden darnos aliento en la adversidad y entusiasmo o fortaleza en la desgracia. Decía ortega y Gasset que los grandes escritores nos plagian, porque al leerlos descubrimos que están contándonos nuestros propios sentimientos, pensando ideas que nosotros mismos estábamos a punto de pensar.

lunes, 9 de diciembre de 2013

EL ARTÍCULO DEL MES DE DICIEMBRE

El artículo del mes de diciembre está a cargo del departamento de Latín, nunca mejor dicho, ya que ha sido nuestro compañero Sergio Muñoz quien lo ha escrito. Su título es "Apología poco Clásica. ¿Quién decía que el latín y el griego estaban muertos?" Si para los docentes cualquier momento es bueno para reflexionar sobre aquellas materias que deberían tener más peso en los currículos educativos, en el momento actual es casi obligado, ya que el Latín se convierte en asignatura troncal del Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales con la ley aprobada el pasado jueves. La lectura del artículo de Sergio seguro que nos servirá de ayuda. Gema Redondo


"¿Para qué sirve el latín? ¿Y el griego? La inmensa mayoría de los alumnos de secundaria no saben apreciar el sentido de estudiar de dónde proviene nuestra forma de ver y sentir la vida. Y peor que no saber hacerlo es no poder intentarlo. El sistema educativo, empeñado en ser pragmático, hace lo mínimo por el mundo clásico, pero ¿desde cuándo cultivar el saber no fue pragmático? En una sociedad devorada por la obsesión de ver quién sube más rápido y consigue más poder, están desprestigiadas las letras, las mismas que hicieron florecer el Humanismo, unas letras que son inmortales por el simple hecho de ser letras, las mismas que sin ningún motivo lucrativo se necesitan para la formación, evolución y desarrollo de los miembros de la sociedad. Esas son las letras que ahora no interesan, que estándescatalogadasdel gusto educativo.

Sería pedantería empezar una defensa del mundo clásico citando a aquellos científicos que, como Newton, escribieron sus obras en latín. El mundo antiguo no solo es gramática y textos; la visión de los clásicos va mucho más allá de la escasa importancia que se les da ahora. Decir que el latín y el griego no valen para nada, desde una perspectiva económica y pragmática, es completamente cierto, pues para nada le sirve a un alumno de de la ESO estudiarse las declinaciones, pero la importancia de la asignatura radica en su trasfondo cultural y, aún más, en su trasfondo pedagógico. Estudiar latín tiene dos objetivos: uno, ayudar al alumno a desarrollar su capacidad de estructurar y sintetizar la información, además de fomentar la memoria, facultad desdeñada en el sistema actual; y dos, estudiar la cultura clásica porque le sirve al alumno para ser crítico y valorar que todo lo que nos rodea está impregnado con un perenne sabor grecorromano.
Pero, aparte de esto, hay otro aspecto importantísimo que hace que sea necesario estudiar este mundo perdido. La realidad clásica está viva y está entre nosotros. La utilizamos para comunicarnos, al hacer turismo, en el teatro y en el cine. Por poner un ejemplo, conocer la obra de Sófocles o Eurípides, además de comprender que poco hemos cambiado desde el siglo IV a.C., sirve para entender que los recursos de las obras de teatro y películas ya existían en la Antigüedad. La trama, la catarsis, el uso de las sensaciones y sentimientos, como el miedo, la ira, el amor o la pena, que hace implicarnos y nos hace reír, llorar, temblarya lo hacían con gran maestría nuestros tragediógrafos.
El conocimiento del pensamiento y la forma de vida, en la que se forjaron los principios e ideales que rigen nuestro sistema de valores, deben ser necesarios e imprescindibles para nuestros jóvenes, porque fomenta un espíritu crítico apagado por el desinterés que sienten hacia todo lo que les rodea. Una juventud que no lucha por ninguna injusticia, que no se manifiesta por nada que les desagrade, es una juventud destinada al conformismo. Ese espíritu crítico perdido es necesario recuperarlo y puede ser estimulado en clase de lengua, matemáticas o física pero, sobre todo, leyendo obras maestras como Antígona, Persas, Medea, Troyanas, desconocidas para la mayoría pero que reflejan la visión crítica e inconformista que nos caracteriza.
            El mundo clásico no está tan lejano.
Son fácilmente extrapolables, sin ser anacrónicas, ideas y nociones del mundo clásico al actual. De poco vale explicar en clase de matemáticas el teorema de Pitágoras si no se sabe quién era y en qué condiciones tan precarias desarrolló sus ideas; de nada vale explicar en anatomía el talón de Aquiles si no se sabe quién era ese tal Aquiles; de nada vale usar las expresionesse ha abierto la caja de Pandoraova a arder Troyasi se desconoce a la señorita Pandora o no se sabe qué es Troya. En psicología podemos estudiar el complejo de Edipo o el de Electra o el síndrome de Diógenes sin saber quiénes eran, pero mejor sería hacerlo si el alumno pudiera leer algo sobre ellos, comprender sus contextos y las circunstancias particulares que les hicieron actuar de esa manera tan cruel y compasiva al mismo tiempo. Se puede usar el términonarcisistasin saber quién era Narciso y que murió ahogado al ver su reflejo en el agua e intentar besarse y, también, se puede usar la expresiónel curso ha sido una Odiseasin haber leído la obra de Homero, pero en ambos casos perderíamos nuestro referente clásico. Además, se puede tener una visión platónica de la vida, pero darte cuenta un día de que algún hacker ha introducido un troyano en tu ordenador que ha hecho que las fotos que tu cupido se hizo en la plaza de Neptuno en Madrid hayan desaparecido tras celebrar con su compañero de piso disfrazado de Homer Simpson el título de liga en la Cibeles. Llamábamos a Schumacher el káiser, sin saber que deriva de Gayo Julio César, y nos dicen que estamos en la Arcadia si no conocemos al cancerbero del Madrid; pero menos conocido es ese equipo de Soriaeheh¡sí! el Numancia, que también es famoso por ser el poblado que más resistió el ataque romano; o que Hércules que, además de ser otro equipo de segunda, fue el héroe panhelénico por excelencia que representaba el ideal griego y que la tradición lo sitúa como portero del Mediterráneo, pues los antiguos denominaron al peñón de Gibraltar, entrada y salida del mare nostrum, Las Columnas de Hércules, que son emblemas que forman parte de nuestra bandera nacional y que hasta aquel momento junto con Finisterre fueron los límites occidentales de la tierra conocida.