miércoles, 5 de mayo de 2021

CONCURSO LITERARIO 2020-2021: Narración ganadora den la categoría 4º ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos


 




Concurso Modalidad Narración

ALBA BELLO CORTÉS 


Mientras nos quede la sonrisa de la mirada, habrá poesía. 

 

Este año me conformo con volver a ver tu sonrisa, con perderme entre el rojo de tus labios. Este año estoy aprendiendo a saborear el delicioso néctar que nos ofrece esta novela inacabable de la que todos somos personajes. A veces, hasta consigo convertirme en narrador omnisciente sin saberlo. En ese momento, observo desde la distancia y me derrito por el caminar de cada día. Sin detenerme examino el transcurrir del tiempo; como poeta desolado ante versos que no afloran para una estrofa que no consigue cerrar, tal vez, su peor poema. En esos momentos, me devora el sentimiento, me congelo, me marchito y me convierto en arquetipo. Aliteración continua.

A pesar de todo, la novela comenzaba y se desplegaban sobre nosotros las páginas de un libro escrito para el recuerdo. La narración empezó súbitamente con una descripción voraz, en la que los personajes volvimos al aula, y con ello la revolución, el alboroto y las miradas miedosas. Todos ahí sentados, observando intranquilos el devenir del mañana. Sintiendo un revoloteo de términos nuevos que la presente novela, en modo imperativo, nos obligaba a usar y que antes estaban en desuso o desconocíamos su procedencia y significado exacto. Términos que devoran como aves rapaces acechando a su presa. Sustantivos epicenos, sinónimos y antónimos, nombres propios que se camuflan entre los comunes y que se rodean de puntos suspensivos y algún punto y coma. Preposiciones que ya no engarzan.

De vez en cuando, aparece un nuevo enlace que camina en paralelo con algún verbo que hemos incluido en nuestro diccionario. Y siempre hay un adjetivo para el olvido o algún otro que resalta por encima de todos, el cual abandona su tímida función de complementar al nombre habitual y se convierte en sujeto paciente, demasiado paciente, demasiado necesario.

Avanza inequívocamente la historia, las historias dentro de la historia y las historias detrás de otras historias. Los capítulos discurren, acaban y comienzan. Aparecen nuevos personajes, nos abandonan otros tantos para siempre. Se producen cesuras que agobian. Los sentimientos no se expresan con palabras.

El blanco de los ojos se vuelve necesario y nos acaricia en cada mirada. Es un blanco puro e ingenuo reflejo entero del desasosiego.

Nosotros, los alumnos, y vosotros, todos, hemos perdido brillo en la mirada y hemos sido colonizados por el frío de la mañana. Sí, nosotros, los alumnos, también sentimos el frío. Nosotros, vosotros, todos seguimos colonizando las aulas día a día bajo preguntas, exclamaciones y dudas. Todo cabalga en paralelo a los rumores idílicos y vaivenes que mecen, queriendo cubrirnos de palabras reveladoras y conectores aclaratorios. Los personajes estáticos siguen empeñados en vivir sin descanso, viendo pasar la novela sin necesidad de conjunciones explicativas. Por otro lado, los dinámicos aparecen por doquier, en cualquier esquina, con sumo alboroto, asediando el paisaje con adverbios perecederos y deseos dudosos.

No tengo duda, escribir y sentir esta novela supone redactar en relativo y utilizar adjetivos que se nos han presentado por sorpresa, sin previo aviso, y que bailan al compás de la situación. Con paso firme.

De vez en cuando suenan acordes abstractos que todos barruntamos y que nos ofrecen la intrahistoria de nuevos capítulos. Todos, sin distinción alguna, nos buscamos con la sonrisa de la mirada, con ganas de degustarnos para alcanzar el cielo y fundirnos en abrazos como si fuésemos verbos recíprocos en acción. Ojalá desaparezca el condicional forzoso y dejemos lo enmascarado para otro capítulo. Mientras esto ocurre, el cuento sigue siendo encadenado, la acción viaja rápida y los personajes nos ahogamos en sustantivos ambiguos, jugamos con las metáforas y distinguimos poniendo todo en mayúsculas y versalitas.

Cada día, profesores y alumnos nos volvemos oración copulativa sin saberlo. Creamos párrafos completos y repletos de sentidos. De vez en cuando, alguien se atreve a hablar en verso y despliega ante todos nosotros su obra de arte, cargada de críticas y realidad, jugando magistralmente con lexemas y morfemas, y haciendo uso de sinalefas imposibles en versos de arte menor. En esos momentos, el simbolismo nos ciega, y nos evade de la realidad para seguir aprendiendo en esta dura tarea de enseñar y aprender. De discernir entre lo justo y lo injusto, entre temas y remas, entre nexos que se vuelven incoherentes y entremeses jocosos que abarcan mentiras.

Quiero que en el último capítulo de la obra podamos usar los posesivos como antes y que la felicidad pase a estar en grado superlativo. Que nos quitemos la máscara y el libro termine con un final cerrado.

Lo confieso, este año me conformo con volver a ver tu sonrisa, con perderme entre el rojo de tus labios...

 

 


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