Hoy, jueves 21 de abril, hemos concluido las actividades que el Departamento de Lengua Castellana y Literatura ha organizado para celebrar nuestra Fiesta de las Letras en estos días cercanos al 23 de abril. Dichas actividades comenzaron ya la semana pasada con el Encuentro Literario con Beatriz Osés para 1º y 2º de ESO, del que dejamos constancia en una anterior entrada en este blog. Continuaron el martes 19 con la presentación del libro de Ana María Reviriego Con Velázquez, que tuvo como público a nuestros alumnos de 1º de Bachillerato de Artes Plásticas.
A 1º de Bachillerato estuvo dirigido también el Encuentro Literario con la escritora Pilar Galán, que giró en torno a su último libro de cuentos Tecleo en vano. Podemos decir que hoy jueves ha sido el plato fuerte de todos estos días, pues hemos tenido una mañana repleta de actividades: comenzamos con un Encuentro Literario con Eugenio Fuentes, quien se ha reunido con nuestros alumnos de 2º de Bachillerato para charlar sobre su última novela, Mistralia, la última entrega de la serie protagonizada por Ricardo Cupido, el personaje de Fuentes que, gracias a los alumnos de 2º de Bachillerato de Artes Escénicas, hoy ha tomado voz y rostro, pues nos ha visitado en nuestra biblioteca y ha tenido la ocasión de entrevistar al propio autor acerca de qué tiene pensado para él en el futuro.
Tras este provechoso encuentro, hemos continuado con la parte más lúdica de la jornada: la actuación de los juglares Pachi y Vicente, que nos han acercado al mundo de Cervantes con la recreación de escenas del Quijote y los dibujos de Fermín Solís.
Pero no, todavía no hemos terminado, pues queda pendiente para la próxima semana la entrega de premios del Certamen Literario del XXV Aniversario de la Creación del IES Al-Qázeres, que se realizará el miércoles 27, durante nuestro Día del Centro.
Como veis, no paramos. Todo sea por la causa, es decir, por la literatura o por Cervantes o, en definitiva, por la palabra...
"Ya
es la segunda vez que la escritora Pilar
Galán
está entre las paredes de nuestro centro. La primera vez en el Salón
de Actos, ahora en la Biblioteca. Allí un grupo de alumnos del
Primer Curso de Bachillerato de todas las modalidades. Si no hubiera
venido, nosotros el jueves hubiéramos escuchado su voz en su
columna, Los
jueves sociales,
de El
Periódico Extremadura.
Pero de nuevo, con nosotros. Hoy para hablar de Tecleo
en vano,
su último libro, que todos hemos leído con tanto placer.
Y
es que esta escritora morala es, seguramente, la autora más
representativa en Extremadura del cuento literario, si bien también
autora de una sólida obra novelística, que le hacen ser junto con
Justo
Vila,
Gonzalo
Hidalgo Bayal,
Eugenio
Fuentes
y José
Antonio Leal
las plumas más significativas de lo que en Extremadura se hace con
las palabras en la narración.
Parte
de ese reconocimiento está en los premios que ha recibido a lo largo
de su vida como escritora, tarea que realiza desde que apenas era una
muchacha. Así recibió el premio del Certamen
Nacional de Narraciones
de la UNESCO,
el Hermanos
Caba,
el Helénides
de Salamina,
el San
Isidoro de Sevilla,
el Certamen
Internacional Miguel de Unamuno,
el Max
Aub,
el Ana
María Matute,
el Internacional
de cuentos de invierno
de Ponferrada. Y otros, seguro, que el que habla desconoce.
No
sólo es autora de cuentos, reunidos primero en 2002 bajo el epígrafe
de El
tiempo circular,
publicado por la Editora
Regional de Extremadura,
que nosotros hemos podido ahora leer aumentado en volumen de 2010.
También mereció la pena leer en el año 2003 su Manual
de ortografía
y sus Diez
razones para estar en contra de la Perestroika,
además de los Cuentos
para ser contados.
Dos relatos aparecen en Una
de cine negro
(2005). El anterior a este es Paraíso
posible.
Son
cuatro las novelas que han llegado a nosotros. A saber: Pretérito
imperfecto
(2001), Ocrán-sanabu
(2002), Ni
Dios mismo
(2006) y Grandes
superficies
(2010). Gran parte de su obra publicada en De
la luna libros.
Editorial extremeña que hace un esfuerzo por presentar una
literatura de calidad. Y muchas veces lo consigue.
Pilar
Galán
también ha escrito teatro y el punto final y el epílogo de Diez
razones para estar en contra de la Perestroika
son dos poemas que no tienen desperdicio para los que devoramos
páginas y los que todavía no sabemos bien qué utilidad tiene la
literatura.
Llegó
Pilar
Galán
y nos habló y los alumnos y profesores escuchábamos y escuchábamos
y escuchábamos. Los rostros de los jóvenes, alegres, sonrientes,
iluminados, sus cuerpos tensos, como para dispararse hacia el lugar
desde donde ella lanzaba el impulso, un impulso que llega desde una
voz tierna que es capaz de arañar con la ironía, con el humor, con
la alegría de estar allí.
Y
sin embargo los cuentos de Tecleo
en vano
–leámoslos- están tan llenos de tristezas, por los fracasos, por
la vida tan igual, por no cambiar nada, por ser quienes somos.
Dice
Xannia
que Tecleo
en vano
narra la vida sin edulcorantes, y yo que digo que sí, pero con
azúcar. Y nos entendemos. Y también me habla de ironía trágica. Y
me río torciendo el labio. Y creo que tiene razón. Y yo no sé
decirlo de otro modo. Un libro en el que protagonista es la lengua,
el verbo, la gramática.
Otra
alumna, María,
habla de personas desdichadas normales. Desdichadas normales. ¿Se
puede decir mejor? Y dice que las pequeñas desdichas son la esencia
de la vida. Ojalá nunca les hubiéramos enseñado eso. O mejor: qué
bien que ya lo saben.
Dice
Isabel
que Pilar
Galán
empatiza con el lector a través de las vidas infelices. Y dice que
la narración, tantas veces en primera persona, es la clave que da el
tono a lo contado. Isabel,
ha aprendido, no sé si lo sabe, a gustar de las historias que se
cuentan al oído. Puestos en boca personajes que hablan con la voz
que les cede Pilar
Galán,
que parece que escribe de oído, como los si fuera un guitarrista.
Y
Ana
habla de la crueldad del paso del tiempo, y de la necesidad de tomar
conciencia: una melodía de karaoke nos hace ver que ya no queremos
locamente, Dice otra vez Ana.
Y la ternura ante el dolor de la enfermedad. Y habla de palabras
fuertes. Esas que suenan mal en la vida.
Clara
me habla de la vida como un supermercado, y seguimos por los pasillos
de la vida, de las relaciones. Y habla claramente Clara
del fracaso, el nuestro, dice, y el de nuestra lengua. Y nos habla de
un río en el que nunca nos bañaremos dos veces. Clara
ya conoce a Heráclito.
Todos
hablan, escriben, teclean escribiendo lo que dicen, y ahora callan,
porque Pilar
Galán
sigue hablando y contando y explicando y señalando con los ojos,
tecleando con la mirada, y hoy sabemos qué bueno es estar aquí con
ellos.
Leyendo
Tecleo
en vano
hemos aprendido que a veces somos felices, porque no consta lo
contrario; a veces no decimos las cosas porque la vida no deja, que
no es posible decir porque los verbos han perdido el subjuntivo y los
deseos se esconden en otras palabras, o en los ecos de las que
dijimos; porque las palabras nos tapan, nos ocultan: son las que
decimos en clase, para que los otros no nos reconozcan; a veces la
cocina de casa, con su mesa y su hule rojo, creo, no abre un sitio
para otro, y estamos lejos, porque somos aves de paso; a veces no
hablamos porque la vida sucede casi siempre en diciembre, y los
árboles no se encienden. Y estamos solos. Muy solos, rodeados de
tanta gente, en medio de una boda. Por eso ahora, tecleamos todos,
todos, todos, tecleamos en vano, porque a veces nos creemos que somos
felices. Y así somos felices. Aunque a veces no lo somos, aunque
estemos amando locamente, y llegar al trabajo en lunes es duro si no
fuera porque …, y así ahora sí, parecemos felices. Malditos
verbos, que no somos capaces de decir nada y dejamos de escribir,
porque estamos otra vez tecleando en vano. Gracias Pilar,
Pilar
Galán,
por acompañarnos en esta soledad".
Y sobre la presentación del libro de Ana María Reviriego, también César escribe:
"Estuvo con nosotros la poetisa –poeta- Ana María Reviriego.
Hicimos con ella algo que no es frecuente: los alumnos no habían
leído su libro Con Velázquez. Varias eran las
razones. Ella es amiga de releer su propia obra, y la lectura que
hizo no sólo era con su voz, con sus ojos, con sus manos, como nos
leen otros muchos poetas. La mesa se llenó de recados para escribir,
de libretas de ejercicios escolares de su abuela, de marcos de
cuadros por los que mirarnos todos, de imágenes de la obra
velazqueña, de pinceles y colores. Su voz también estaba llena de
colores, de tonos, de modulaciones que llenaban las páginas del aire
de una biblioteca que, con los jóvenes allí, se volvió silencio y
sorpresa.
Nos presentó su último libro, que llega después de Érase
una vez el mar, y después de Poemas y después
de La ventana abierta.
Se llama, ya lo hemos dicho, Con Velázquez. Son, nos
dice ella, apuntes para un retrato y nos muestra a un Diego de
Velázquez encerrado mirando su cuadro, decidiendo. De eso trata:
de la mirada del artista. De lo que ve, de lo que vemos todos y de lo
que sólo pueden ver los que son artistas. Y es que los artistas son
hombres y mujeres idénticos a nosotros, igual, sienten como
nosotros, viven como nosotros, piensan como nosotros. ¿Qué es lo
que nos hace artistas? ¿Qué tiene, qué han de tener nuestros
alumnos de Bachillerato de Artes para ser, sentirse queremos decir,
artistas?
Y la respuesta de Ana María Reviriego es la mirada. Los
artistas, que ven lo mismo que los demás, miran de manera distinta.
Miran lo que los ojos no ven. O, para decir mejor, miran lo que el
alma sabe que está detrás, dentro, alrededor, junto a las cosas,
las personas, las realidades. Eso es lo que hace a un hombre
(Velázquez), o una mujer (Reviriego) o un muchacho
(Carlos), una muchacha (Teresa) estudiantes de
bachillerato de Artes.
El libro, en edición bilingüe, español e inglés, está organizado
en cinco partes. La luz que configura el mundo es la primera,
en la que los colores, sin forma, está en la paleta y en el aire, y
fuera unas niñas, meninas, que ríen. ¿Cómo contar la risa que
fluye? A la Venus de espaldas, le sujeta Cupido el
espejo, y su rostro, borroso, no se conoce porque la luz, que también
llega allí, es cómplice del silencio.
Y mientras Ana María Reviriego, habla y habla y habla y
ejemplifica y corrige al pintor, y recuerda al novelista triste que
con alegría contó las cosas. Y nosotros, también nos llenamos de
luz, de la que sale de sus palabras, de la poeta, que lo es también
cuando habla y cuando canturrea, cuando nos mira.
Y el tiempo se vino encima , y nos aplastó y llegó el silencio y en
la calle llovía, gris, el día y la tarde que vino después. Con
Velázquez vimos las luz y con Ana María Reviriego
brotó la compañía de las palabras. Para eso queremos la poesía.
Para eso le hemos dicho a Ana María Reviriego que vuelva y el
tiempo no nos aplaste otra vez".
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