Continuamos nuestro estudio de los Escritores de
Extremadura con dos figuras fundamentales en el mundo intelectual extremeño,
dos poetas de alcance nacional, de una vasta formación cultural, que han
compaginado siempre la dedicación a la poesía con la crítica, el ensayo y la
especialización en otras áreas del saber, desde el conocimiento filosófico
hasta el estudio del flamenco.
JOSE
MARÍA VALVERDE
Artículo
elaborado por David Cabeza Iglesias y Teresa Pulido Nevado, 4º B.
José María Valverde
nació en Valencia de Alcántara en 1926, pasó su infancia y adolescencia en
Madrid, donde estudió y vivió gran parte de su vida. Se exilió durante varios
años a EEUU y Canadá, y volvió a Barcelona a ocupar su cátedra de Estética.
Participó en las revistas literarias de su época y en numerosas publicaciones
periódicas donde fue publicando gran parte de su pensamiento. Él mismo decía
que era un poeta metido a filósofo,
y no al contrario.
Jose María Valverde también fue crítico literario, traductor de poetas y
ensayista. Se dedicó al estudio de la historia de las ideas, colaborando con Martín de Riquer en Historia de la literatura
universal (1957, muy ampliada posteriormente) y escribiendo él solo una Vida
y muerte de las ideas: pequeñas historias del pensamiento (1981).
Emprendió sus premiadas traducciones de figuras
clásicas de la literatura en inglés y alemán. Con un claro compromiso social y
político, cristiano y antifranquista, apoyó la causa popular en Centroamérica
(Cuba; el sandinismo: se relacionó con los poetas nicaragüenses exiliados Julio Ycaza, Luis Rocha y Fernando
Silva). Por motivos políticos, (solidaridad con los profesores Enrique Tierno Galván, José Luis Aranguren y Agustín García Calvo, expulsados de la
universidad de Madrid por las autoridades académicas franquistas) renunció a su
cátedra en 1964 y se exilió.
Marchó a los Estados Unidos, donde fue profesor
de literaturas hispánicas y comparada (University of Virginia, McMaster) y
luego a Canadá; en este último país fue catedrático de literatura española en
Universidad de Trent.
Antes de regresar a España, se publicó en 1971 Enseñanzas
de la edad (Poesía 1945-1970), un volumen que recogía sus seis primeros
libros de poemas. Regresó a España y a su cátedra.
·De sus monografías destacan las de Azorín, Antonio
Machado, Joyce y Nietzsche.
·De su obra crítica destaca: “Estudio
sobre la palabra poética”, “Humboldt y la filosofía del lenguaje”,
“Historia de la literatura universal”,
“Cartas a un cura
escéptico en materia de arte moderno”, “Vida y muerte de las
ideas: pequeñas historias del pensamiento” y “Diccionario de estética”.
·De sus traducciones destacan:
-Al Alemán: Christian Morgenstern, Rilke,
Novalis y Goethe.
-Al Inglés: Teatro completo de Shakespeare
y obras de Charles Dickens y T.S Eliot.
Le otorgaron varios galardones como el Premio de
traducción Fray Luis de León, el Premio Nacional a la obra de un traductor, el
Premio Nacional de Poesía, el Premio de la Crítica y el Premio Ciutat de Barcelona por “Poesías
reunidas”.
De entre su vasta poesía hemos seleccionado las
tres siguientes:
Hoy vuelves como siempre, primavera...
Hoy vuelves como siempre, primavera,
cuando a tu luz ya había renunciado
y el corazón está desconcertado
por este gozo nuevo que le altera.
Casi siente que le redimas... ¡Era
tan bello su rincón iluminado
en que, triste, se había refugiado
para vivir tan sólo con su hoguera!
Mas sí, rebosaré por tu sendero,
que, aunque tú vuelvas siempre, me iré un día
y sin mí brotarán igual las flores.
Pero el gozo de estar lleno y entero
al subirme a la boca se me enfría...
¡estar en primavera y sin amores!
De "Nuevas elegías. Anticipo"
Hoy vuelves como siempre, primavera,
cuando a tu luz ya había renunciado
y el corazón está desconcertado
por este gozo nuevo que le altera.
Casi siente que le redimas... ¡Era
tan bello su rincón iluminado
en que, triste, se había refugiado
para vivir tan sólo con su hoguera!
Mas sí, rebosaré por tu sendero,
que, aunque tú vuelvas siempre, me iré un día
y sin mí brotarán igual las flores.
Pero el gozo de estar lleno y entero
al subirme a la boca se me enfría...
¡estar en primavera y sin amores!
De "Nuevas elegías. Anticipo"
Me amarga y me consuela que mañana...
Me amarga y me consuela que mañana
cuando a cerrar se empiece esta mi herida
yo te veré pasar junto a mi vida
con tu dicha pequeña y cotidiana.
Mi consuelo será juzgar tu vana
biografía menuda y repetida
y volverme a mirar mi alma escogida,
del verso y de sí misma soberana.
Mas, ¡ay!, que libre y todo, e insobornable
esta fría altivez de nieve y cielo
el dolor de estar solo no me engaña.
...Y, otra vez, al destino irremediable
de no saber tener otro consuelo
que el que me pueda dar mi propia entraña.
Me amarga y me consuela que mañana
cuando a cerrar se empiece esta mi herida
yo te veré pasar junto a mi vida
con tu dicha pequeña y cotidiana.
Mi consuelo será juzgar tu vana
biografía menuda y repetida
y volverme a mirar mi alma escogida,
del verso y de sí misma soberana.
Mas, ¡ay!, que libre y todo, e insobornable
esta fría altivez de nieve y cielo
el dolor de estar solo no me engaña.
...Y, otra vez, al destino irremediable
de no saber tener otro consuelo
que el que me pueda dar mi propia entraña.
Publicado en Garcilaso, octubre de 1943
Elegía a la fotografía de una muchacha
desconocida
Tendrías quince años cuando quedaste inmóvil
aquí, en la cartulina de suavísima niebla.
Te vuelves a mirarnos -con unos ojos negros,
dulces, hondos y frescos como grutas-
desde el escorzo grácil de tu cuerpo.
Dime, ¿de dónde viene tu mirada?
Habla de cosas dulces y pequeñas,
de tu vida, tu casa,
tu piso, bosque umbroso de sueños y recuerdos,
-tú eres la cierva blanca en su espesura-,
el balcón donde ves pasar las nubes,
los viejos y borrosos retratos de la sala,
las butacas de verde terciopelo gastado,
el piano, negro, mudo, con ecos, -como un pozo-,
y el bullir y las voces, apagadas
y vagas, de la sombra en los rincones...
(¡Ay tus sueños de niña!
¡Cómo están en el fondo de tus ojos
muriendo dulcemente!
Estrenabas la vida;
aquel día morías y nacías.
Y aquí, en este retrato,
frente al blanco camino,
dejaste tu niñez en la mirada.)
Esa luz que ha quedado contigo prisionera
en tu clara laguna,
es la luz que conservan
las cosas de la abuela puestas en la vitrina.
Ya te habrás olvidado. ¡Qué muerta estás aquí!
¿Dónde estarás ahora?
...Días, calles, olvidos, amores y tristezas,
relojes, calendarios, trajes, cuerpos, ventanas,
tejas, lluvias, tarjetas, zapatos ya gastados,
tranvías, ruedas, nubes, sueños, tardes, mañanas,
inviernos y veranos, rosas secas, revistas,
muertos, libros, silencios, músicas, risas, llantos,
arroyos y caminos, montañas, bosques, mares,
y un montón de minutos iguales como arenas
me separan de ti.
Pero en mi orilla queda tu retrato olvidado.
...Tendrías quince años. Yo, entonces, estaríaTendrías quince años cuando quedaste inmóvil
aquí, en la cartulina de suavísima niebla.
Te vuelves a mirarnos -con unos ojos negros,
dulces, hondos y frescos como grutas-
desde el escorzo grácil de tu cuerpo.
Dime, ¿de dónde viene tu mirada?
Habla de cosas dulces y pequeñas,
de tu vida, tu casa,
tu piso, bosque umbroso de sueños y recuerdos,
-tú eres la cierva blanca en su espesura-,
el balcón donde ves pasar las nubes,
los viejos y borrosos retratos de la sala,
las butacas de verde terciopelo gastado,
el piano, negro, mudo, con ecos, -como un pozo-,
y el bullir y las voces, apagadas
y vagas, de la sombra en los rincones...
(¡Ay tus sueños de niña!
¡Cómo están en el fondo de tus ojos
muriendo dulcemente!
Estrenabas la vida;
aquel día morías y nacías.
Y aquí, en este retrato,
frente al blanco camino,
dejaste tu niñez en la mirada.)
Esa luz que ha quedado contigo prisionera
en tu clara laguna,
es la luz que conservan
las cosas de la abuela puestas en la vitrina.
Ya te habrás olvidado. ¡Qué muerta estás aquí!
¿Dónde estarás ahora?
...Días, calles, olvidos, amores y tristezas,
relojes, calendarios, trajes, cuerpos, ventanas,
tejas, lluvias, tarjetas, zapatos ya gastados,
tranvías, ruedas, nubes, sueños, tardes, mañanas,
inviernos y veranos, rosas secas, revistas,
muertos, libros, silencios, músicas, risas, llantos,
arroyos y caminos, montañas, bosques, mares,
y un montón de minutos iguales como arenas
me separan de ti.
Pero en mi orilla queda tu retrato olvidado.
paseando mis sueños de niño no sé dónde.
¿Dónde estarás ahora?
Oh muchacha lejana que quizá hubiera amado
de no ser por el tiempo, el tiempo... siempre el tiempo...
Publicada por primera vez en «Entregas de Poesía» n° 14, 1945
De "Hombre de Dios"
FÉLIX
GRANDE
Artículo elaborado por Montaña Román
Sánchez, Ana Julián Iglesias y Nazaret Gibello Jiménez, de 4º B.
Félix Grande nació en Mérida,
Badajoz, el 4 de febrero de 1937. Poeta, narrador, flamencólogo y ensayista, se
le considera uno de los grandes renovadores de la poesía española de los años
sesenta.
Cuando tenía dos años, su
familia se trasladó a Tomelloso (Ciudad Real), donde se crió. Posteriormente,
fijaría su residencia en Madrid. Ejerció diversos empleos antes de abandonar su
trabajo como guitarrista flamenco para dedicarse a la literatura. En 1961 entró
a trabajar en la revista literaria Cuadernos
hispanoamericanos, de la que se convertiría en director al retirarse Luis
Rosales. Su carrera literaria comenzó al recibir el Premio Adonais de Poesía en
1963 por su obra Las Piedras, libro de talante existencial en el que explora el
tema de la soledad. Tres años después publicó Música amenazada (Premio
Guipúzcoa, 1965), libro en el que continúa su angustia existencial, ya presente
en su anterior colección de poemas. Su tercer libro, Blanco Spirituals, se
caracteriza por su tono conminatorio y
un vocabulario en el que no duda en utilizar el léxico más variado, escrito en
versículos, carece de puntuación, y su ritmo tiende hacia la prosa. En 1978
recibió el Premio Nacional de Literatura
por Las rubáiyátas de Horacio Martín,
que constituye una exploración del sentido de la experiencia erótica desde un
punto de vista existencial.
Cultivó desde muy pronto la
narrativa, y fue galardonado en 1965 con el Premio Eugenio d'Ors de novela
corta por Las calles. Ha prestado también atención al relato breve, del
que pueden ser ejemplo los títulos Parábolas (1975), Lugar
siniestro este mundo, caballeros (1980)
o Fábula
(1991).
Como ensayista puede señalarse Mi
música es para esta gente (1975) y su monumental Memoria del flamenco
(1979).
Por último, destacamos su libro
La
calumnia (1987), en el que defiende a Luis Rosales de los varios
ataques que recibió a propósito de la detención y asesinato de Federico García
Lorca, que se había refugiado en casa de los Rosales en Granada.
En su obra está presente una
gran preocupación por el hombre y por la injusticia sobre la que se alza la
sociedad, así como el amor y el erotismo. Su lenguaje poético es una constante
búsqueda de nuevos modos de expresión, siguiendo los pasos de los surrealistas
y en especial de César Vallejo, a quien le dedica su libro Taranto: homenaje a César Vallejo (1978).
Mira: tengo en las manos un jarro
de ternura...
Mira:
tengo en las manos un jarro de ternura,
ya no sé si es alegre o es triste estar contigo;
siento la lengua como a una chepa y no te digo
nada que signifique lo que nuestra aventura;
y estar juntos parece la creación entera,
cuánta creación debajo de nuestras cuatro sienes;
a ti y al tiempo tengo, a mí y al tiempo tienes:
somos ricos y pobres, como lengua sincera;
como lengua sincera destruimos, levantamos,
vivimos densamente y nos enamoramos
densamente, en silencio, sufriendo de emoción;
estar juntos parece morir juntos, parece
un jarro de ternura, muy frágil, que estremece
de noción de principio y de fin a la creación.
ya no sé si es alegre o es triste estar contigo;
siento la lengua como a una chepa y no te digo
nada que signifique lo que nuestra aventura;
y estar juntos parece la creación entera,
cuánta creación debajo de nuestras cuatro sienes;
a ti y al tiempo tengo, a mí y al tiempo tienes:
somos ricos y pobres, como lengua sincera;
como lengua sincera destruimos, levantamos,
vivimos densamente y nos enamoramos
densamente, en silencio, sufriendo de emoción;
estar juntos parece morir juntos, parece
un jarro de ternura, muy frágil, que estremece
de noción de principio y de fin a la creación.
Íntima
Íntima: ya conoces mi corazón, conoces
la solvencia que tiene mi andrajosa tristeza.
ya sabes la semilla que habita en mi cabeza
plagada de cizañas, de sequías y de hoces;
cálida: ya has bebido mis alcoholes feroces,
ya has fijado a tu dulce sumisa fortaleza
el yugo de mi vida perdida, en donde empieza
un abismo nocturno de pasos y de voces;
mágica: ya has resuelto mi instinto de venganza
en esta tarea lenta de amar, más que esperanza,
desde la que recibo mi reposo profundo;
trágica: ya has caído, besándolo, al contagio,
ya has heredado el hosco clamor de mi naufragio,
ya te arrastra la enorme velocidad del mundo.
Íntima: ya conoces mi corazón, conoces
la solvencia que tiene mi andrajosa tristeza.
ya sabes la semilla que habita en mi cabeza
plagada de cizañas, de sequías y de hoces;
cálida: ya has bebido mis alcoholes feroces,
ya has fijado a tu dulce sumisa fortaleza
el yugo de mi vida perdida, en donde empieza
un abismo nocturno de pasos y de voces;
mágica: ya has resuelto mi instinto de venganza
en esta tarea lenta de amar, más que esperanza,
desde la que recibo mi reposo profundo;
trágica: ya has caído, besándolo, al contagio,
ya has heredado el hosco clamor de mi naufragio,
ya te arrastra la enorme velocidad del mundo.
El
vino a solas, la memoria ardiendo
Sombra, qué tarde llegas y te vas qué temprano.
Te has sentado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van.
Sombra, qué tarde llegas y te vas qué temprano.
Te has sentado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van.
No hay comentarios:
Publicar un comentario