jueves, 5 de diciembre de 2013

De nuevo el libro objeto

Hay personas que creen que los libros, los de verdad, los que no necesitan de adjetivos para clasificarse, no desaparecerán con la aparición de otros soportes más modernos; me incluyo entre ellas. A pesar de esas personas y yo le damos la bienvenida al libro digital, lo compramos y lo regalamos y lo rellenamos para poder llevar la biblioteca cuestas cuando vamos a la playa  o a la consulta del dentista. Nos deja espacio libre en casa y en vez de libros nos compramos aparatos de gimnasio a un precio de chollo en las cadenas para las que trabajan en la P.R.C.  y alrededores.
Está bien, es así y los intelectuales también lo tienen y hasta los escritores.
Pero el libro de la librería tiene un poder de seducción que ha cultivado a lo largo de su historia y es lo que nos incita a tocarlo, olerlo y abrazarlo y después de leerlo a concederle un lugar en nuestra memoria y en nuestras estanterías porque algunos libros nos han provocado sensaciones  y vivencias más allá de la historia que contaron.
Cada día se editan libros que buscan a personas que como yo no quieren perder placeres como hojear las páginas, detenerse en sus ilustraciones, notar en nuestras manos cuánto queda para que termine e ir anticipando qué va a pasar hasta entonces.
Mientras tenga formas de defender al libro frente a otros productos que pueden enfrentarse a él, lo haré.
Recomiendo el artículo de El País titulado El papel del libro renace como objeto
También presento las fotos de los libros-objeto que los alumnos de 1 de ESO del IES Al-Qázeres realizaron en la asignatura de Educación Plástica y Visual durante el curso pasado. Crearon su libro objetó a partir de la lectura de El Suspiro de Marjane Satrapi (autora del cómic Persépolis) y siguiendo las pautas de El libro de los libros de Sophie Benini Petromarchi.







1 comentario:

  1. Los libros nos hacen. Se abren por las páginas de siempre para decir lo que nunca sabremos decir. No somos nadie sin ellos. Son nuestra conciencia, nos ayudan a mitigar el ruido que estalla en nuestras cabezas. No hay libro, por malo que sea, que no tenga una cosa buena. Cervantes dixit. . Sin ellos soy mudo, con ellos digo cuanto quiero. Por las noches ellos son el embozo de mi sábana. De día despiertan los sueños que nunca viviré. Me (nos) hacen mejores. Gracias María Jesús por recordárnoslo.

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