lunes, 11 de enero de 2016

LOS LECTORES RECOMIENDAN. ENERO 2016: LA SIMA DE BABEL, una propuesta de la Familia de Servicios Socioculturales y a la Comunidad del IES Al-Qázeres

Cerrando los ojos unos instantes, tratemos de imaginar que somos una persona ciega que vive de las limosnas ganadas como músico en las calles de Nueva York. Difícil, ¿verdad? Difícil coincidir con Daniel Bran, el personaje que nos presenta Joseph Zsuffa en su novela La sima de Babel (Pit of Babel). Si bien, como cualquier otra persona, el protagonista de la historia vive cada día con el objetivo de alcanzar su propia utopía: recuperar la vista.
Respiramos cada día el aire que emana de nuestros objetivos y utopías personales. Un viaje, una persona o, la más difícil de todas, mantenernos tal y como estamos.
Para lograr alcanzar su utopía, Daniel Bran ha ahorrado durante años el dinero necesario con el que comprar unos ojos sanos.
Pero las utopías, como el sol, pueden abrasar a quien se acerca demasiado y, en este caso, el protagonista sufre un robo cuando iba a pagar a un amigo moribundo que se había prestado a venderle lo que ya no iba a necesitar. Sin más recurso que su instrumento y con la cuenta atrás reflejada por el inminente fallecimiento de su amigo, Daniel comienza “un largo día de accidentada búsqueda en la sima de Babel, adquiriendo vida, de modo fascinante, un fantástico caleidoscopio de personajes, escenarios y acontecimientos”.
Daniel Bran es un personaje que seguro le habría gustado carnalizar al mismísimo Charles Bukowsky, si bien, de seguro esa sería otra historia.

Publicada en España en 1976 por la editorial Argos, la novela es de autor residente en EEUU, aunque nacido en el Centro-Este de Europa. Hungría para ser exactos. La época en que se publica la novela destaca por las crisis económicas, frente a una cierta estabilidad política. Estas características mundiales, y propias del autor, posiblemente tengan parte de culpa de que en la obra se reflejen la crudeza de la vida y sus riquezas más simples, su ironía, el humor y el instinto de supervivencia.

Nosotros, aquí y ahora, iniciamos un nuevo año en el que retomar nuestros pasos pues, al final del camino, lo que nos queda, y que nos une a “el músico ciego[1]” es seguir caminando.


[1]Es esta otra novela, del autor ruso Vladimir Kordenko, que también merece la pena ser leída.

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