SEGUNDOS DE RAQUEL
En
el país de irás y no volverás ya no hay lágrimas.
En
el país de irás y no volverás ya no hay peligro ni tentaciones, la culpa se funde
con el humo de la alegría.
En
el país de irás y no volverás no hay números, no hay calorías, no hay cuentas
donde no se para de restar, hacia abajo, hacia el pozo oscuro de la
desesperación.
En
el país de irás y no volverás no hay más voces, o eso es lo que ellas dicen.
En
el país de irás y no volverás no hay espejos que cortan tanto como el filo de
una mirada juiciosa.
En
el país de irás y no volverás ella ya no estará en la piscina balanceando sus
pies mientras su primo pequeño contempla las cicatrices marcadas en el interior
de sus muslos.
En
el país de irás y no volverás ella ya no está encorvada, sus costillas no se le
clavan en sus pulmones cuando se agacha, impidiéndole respirar.
Yo
no estaba, pero me lo dijeron.
Me
contaron cuando se desplomó tras intentar acabarse un vaso que no terminaba
nunca. Me contaron que el blanco de sus ojos se asemejaba al azúcar que llevaba
meses sin tomar. Me contaron que caminaba sin ritmo, hacia un sol que la
deslumbraba, buscando una luz que ya había perdido.
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