"ARTE PA DARTE"
Nuevo curso y estrenamos nueva sección de Historiando- "Arte pa darte"- en la materia de Historia del Arte (2ºbachillerato) donde trataremos mediante artículos, publicaciones de instagram o en la revista del centro, Verba Al-qázeres, artículos sobre el arte y la historia que creamos interesantes y sobre los que trabajaremos.
¿Qué traemos a Verba en este estreno? Teníamos que compartirlo... un relato precioso escrito por Andrea Gómez sobre el personaje de Erecteo. Andrea, inspirada en la dedicación del templo de la acrópolis de Atenas conocido como "Erecteion" en su honor, famoso por sus columnas femeninas o "cariátides", nos muestra una visión muy particular de la historia de Erecteo, poniéndose en su propio pellejo...
Si, después de leer el relato de Andrea quieres saber más sobre el personaje del que nos habla puedes pinchar sobre la imagen para acceder al vídeo que le sirvió a ella de ayuda para conocer más sobre el mito de Erecteo.
Primero era todo oscuro y, al ver la luz, me sentí asqueado
por mi propio olor.
Unos ojos brillantes y perfectos, semejantes a los de un
búho me escudriñaban, con lo que yo, manchado de barro y de las viscosas
entrañas de mi madre, solo supe llorar.
Entre lágrima y lágrima pude ver un rostro negruzco y
deforme, manchado por el exceso de trabajo, del que luego me contaron que era
mi lascivo padre.
Y aunque no es que desee echarle nada en cara, nunca me
gustó la cesta donde me escondió Atenea. No dejaba respirar a mis enérgicas
extremidades. Y ellas, deseosas de luz y hambrientas, salieron a flote el día
en que tres bellas muchachas decidieron llamar a las puertas de mi refugio y
visitarme. Sin embargo, poco tardaron en cansarse de mí, pues tomaron la
decisión de hacer turismo por el Tártaro y presentarse a Caronte.
Odiaba la forma en que me miraron luego los dioses, como si
el veneno de mis serpientes fuese lo más mortal y mundano que nunca llegaran a
encontrar. Mi tiempo en el monte Olimpo fue, pues, como un sueño de unos dos
segundos, sin néctar ni ambrosía, con violaciones y alevosías.
Más tarde, volví al lugar donde emparejé a aquellas tres
níveas muchachas con la morgue, haciéndome con el asiento donde ellas un día
debieron gobernar.
Aquellos años los contemplo ahora desde la distancia,
brillando y corriendo con mi auriga en el cielo, buscando a mi madre en un
rincón donde nunca la voy a poder encontrar.
autora: Andrea Gómez Pacheco
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