Club de lectura. Sesión de Junio de 2017 |
Club de lectura. Sesión de Febrero de 2017 |
A. Hay personas alérgicas a pertenecer a
cualquier tipo de club o asociación: individualistas empedernidos, tímidos
incorregibles, sabelotodo recalcitrantes.
A lo mejor son escritores y están convencidos de que su obra es única, resultado exclusivo de su esfuerzo y talento, como si fueran los primeros en escribir cualquier cosa. Quizás son lectores que hacen suya la obra de otros, convencidos de que en el diálogo íntimo que da sentido a la obra literaria son interlocutores imprescindibles.
A lo mejor son escritores y están convencidos de que su obra es única, resultado exclusivo de su esfuerzo y talento, como si fueran los primeros en escribir cualquier cosa. Quizás son lectores que hacen suya la obra de otros, convencidos de que en el diálogo íntimo que da sentido a la obra literaria son interlocutores imprescindibles.
¿Quién escribe y quién lee? Yo y yo y
después yo. Quizás haya otros, pero serán como yo. En cualquier caso están los
que escriben, bien diferenciados, y los que leen, bien distintos. Cada uno con
su yo. Bien es posible que los yoes se encuentren en un…, digamos ellos (como
mucho un vosotros). Pero el sentido de
la obra me pertenece a mí, de forma insoslayable.
B. Luego están las palabras: inmunes y
alegres nos sobrevuelan, se enlazan y dispersan en nosotros. Nosotros.
¿Quién escribe y quién lee? Los dueños de las
palabras. El club de lectura me muestra
mi dominio: un valle que se inunda, una habitación a oscuras, un relato
abierto, vidas que se entrecruzan, un territorio a la intemperie. Mi dominio no
existe, pues se ensancha y contrae, aunque yo no lo quiera, al ritmo de los
otros. Mejor: al ritmo de nosotros. José Miguel Iglesias Rodríguez
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