La lectura me atrapó y
aún no he conseguido desengancharme.
Los libros me
animan, me consuelan, me divierten, me ayudan a viajar a otros mundos y a otras
épocas.
Tuve la gran
suerte de que mi padre me llevara a la biblioteca desde muy pequeñita. Allí me
leía muchos cuentos y después me iba a casa con los que más me habían gustado
para que me los releyeran durante la semana. ¡Menudo tesoro!
Aprendí a leer
rodeada de la colección Barco de vapor, disfruté muchísimo con lecturas como La
bruja Mon, y me hacía mucha gracia una frase que se repetía “Y un
jamón, dijo la bruja Mon”, y Fray Perico y su borrico, una
novelita muy humorística y que me enganchó desde el principio.
Y así fui poco a
poco metiéndome en el mundo de los libros. Descubrí el placer de leer a
clásicos como Las metamorfosis, La Eneida y la
Odisea, lecturas que aún siguen vivas y que me han ayudado a entender
mejor a otros autores más actuales.
Siempre quise
ser profesora de inglés y comencé a acercarme a la literatura anglosajona de la
mano de Harry Potter, Jane Eyre, Cuento de
Navidad y David Copperfield. Libros que me sirvieron para
evadirme por completo de la realidad a la vez que aprendía mucho vocabulario en
inglés.
Sin embargo, mi
último año de instituto fue crucial en mi vida. Ese año conocí la poesía de
Luis Cernuda y Antonio Machado, el teatro de Valle-Inclán, la narrativa de
Delibes y me llamó tanto la atención la literatura latinoamericana que ese
verano devoré Cien años de soledad y Como agua para
chocolate. Sí, en junio cambié mi rumbo y opté por estudiar Filología
Hispánica. Desde ese momento me lancé de lleno a la lectura de obras escritas
en castellano y me hice una lista con todos los libros que deseaba leer. Aún lo
hago, que quede claro, y es una práctica que recomiendo a todo el mundo: tener
una lista donde apuntes todos aquellos libros que te gustaría leer.
En mi época
universitaria las novelas que más me gustaron fueron, sin duda, El
Quijote, La Regenta y Peñas arriba. El
teatro de Lorca y la poesía de Ana Rosetti.
Entre mis
últimas lecturas, destaco La voz dormida, Madame Bovary,
El primo Basilio, La sonrisa etrusca y El
tiempo entre costuras.
No me olvido de
las lecturas juveniles que disfruto con mis alumnos. Las que más me han calado
han sido Donde los árboles cantan, El príncipe de la niebla,
La ciudad de las bestias e Historia de una escalera.
En fin, por encima
de todo, lo que más me define son las ganas de seguir leyendo. Esa sensación de
entrar en la biblioteca y encontrar cientos de libros que me encanaría leer.
Sí, la lectura me ha atrapado y no he
conseguido desengancharme. ¡Ojo! Ni quiero.
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