Los estudiantes de Primer Curso de Bachillerato tuvimos el pasado
viernes, 5 de mayo, la suerte de estar junto a Pilar
Galán, que nos habló y nos contó sobre todo aquello que días antes había
despertado nuestro interés. El propósito del departamento de Lengua castellana
y literatura y de la Biblioteca Escolar era que la lectura se hiciera en
nosotros. Leer por leer: por el gusto/disgusto de leer, leer para ser, leer y
ya está.
Habíamos hablado
en clase sobre los cuentos populares, sobre el cuento tradicional (no olvidamos
los extremeños), sobre la historia del cuento y cómo se instala en nuestra
historia literaria, sobre el cuento literario y los autores más importantes,
especialmente los que escribieron a partir de la década de los cuarenta en el
pasado siglo.
Habíamos hablado de todo ello. Y leímos,
leímos los cuentos en clase y en casa de Pilar
Galán y José Antonio Leal Canales.
Y nos gustaron.
Habíamos leído los cuentos de Pilar Galán y la clase se llenó de
silencio cuando, prestándole nosotros nuestra voz (¡qué caray: haciéndolos
nuestros cuando los leíamos!) se alzaron las palabras de Septiembre, o de Manual
de ortografía, o de Gormitti, o aquel cuento que se llamaba Usted
tiene cara de llamarse Antonio,
o TQ 1WBO, o Sara Montiel no es mi padre, o Selectividad, junio, o Don
Juan. Leyendo los cuentos de José Antonio Leal Canales se nos llenó
la boca de García Márquez, como en A
contratiempo, o El ahogado imposible, o Las estaciones del olvido, o Quizás
llegue mañana el Valbanera, o Garras de la memoria. Leímos a estos dos escritores
extremeños, a Pilar y José Antonio, sabiendo que
disfrutábamos, que nos gustaba lo que hacíamos. Y aprendimos, vaya si
aprendimos: a imaginar, a dolernos, a lamernos nuestras heridas, a soñar, a
saber dónde está el fracaso, a mirar, a encontrar, a buscar, a perder, a
alcanzar, a olvidar, a recordar, a vivir. Aprendimos a vivir.
Y el viernes vino Pilar Galán. Leal Canales
no pudo estar aquí, pero en el encuentro recordamos sus cuentos e imaginábamos
sus respuestas.
Hablamos con ella sobre el placer de la
lectura, sobre el placer de la escritura, sobre el dolor de escribir y saber
que hay que hacerlo, sobre la necesidad de las palabras, sobre cómo escribir y
para qué y para quién, sobre el valor de las palabras, sobre lo que se dice y
lo que se calla, sobre este mundo y los otros, sobre la muerte y la vida, sobre
el sufrimiento, y la soledad. Hablamos sobre los que cabe en una novela y en un
cuento, sobre lo que se calla para que se sepa, sobre las pasiones del alama,
sobre las pasiones del cuerpo, sobre nosotros. Los cuentos hablan de nosotros.
Sobre los demás. Los cuentos hablan también de los demás.
Hablamos y hablamos. Y los estudiantes
preguntaban, inteligentes, osados, preguntaban sobre otros autores, sobre ella,
sobre el panorama literario, sobre las formas del cuento, sobre la extensión,
sobre el relato y el microrrelato, sobre la poesía del cuento, sobre la
narración del cuento.
Y todos bien atentos, sin mirar sus
móviles, sin temblar con la campana del final de la clase, sin removerse,
atentos, todos atentos a lo que ella decía, a lo que sus colegas decían.
El viernes vino Pilar Galán y nos contó el cuento, serio, triste, alegre,
humorístico, el cuento, digo, de la vida. Y nosotros los vivimos, escuchando,
cerrando los ojos y abriendo las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario