“A mí ya me lo recomendó hace
muchísimos años un profesor de Literatura que tuve en el instituto, que no
dejara nunca el cazamariposas para atrapar palabras, (…), y gracias al consejo
sigo en pie, porque a mí la literatura me ha salvado de muchos pozos negros”.
Estas palabras, que pertenecen a una de
las protagonistas de C. Martín Gaite de su novela Nubosidad variable, explican muy bien mi relación de amor con las
palabras, con la literatura. Quien primero se ocupó de acercarme a los libros
fue mi padre, a través de los relatos infantiles que compraba para mí en
Círculo de Lectores. Pero mi afición se afianzó en los años del colegio: teníamos
en esa época una pequeña biblioteca-armario que llevaba una monja durante los
recreos, porque a la biblioteca de verdad las alumnas no teníamos permiso para
entrar. Ella se encargó de ir dirigiendo mis lecturas, sugiriéndome títulos,
recomendándome autores… Y debió de hacerlo muy bien porque, siendo una niña
inquieta e hija única, la lectura llenó el tedio y la soledad que siempre he
sentido en las horas calurosas de la siesta, cuando todos dormían menos yo, y
las horas nocturnas anteriores al sueño, cuando el fantasma del insomnio me
asaltaba con su catálogo de posibles catástrofes y desgracias. Desde entonces y
cada vez más, los libros son para mí un espacio de aprendizaje, de
entretenimiento, de evasión. Y sobre todo, un espejo en el que me reflejo.
Ellos iluminan zonas de mí que de otra manera permanecerían como en una
nebulosa. Y me brindan, además, el regalo de compartirlos con otras personas, porque, como diría Benedetti,
las palabras tienden, en muchas ocasiones, entre los demás y yo un puente
indestructible.
Me gusta mucho tu selección, Coro. En una primera idea del proyecto, las fotos con los libros serían anónimas, y se plantearía un pequeño juego de adivinanzas para saber a quién correspondería cada "retrato". Luego la idea evolucionó, pero estoy seguro de que a ti te habría identificado. Se ven hasta los libros que has sacrificado.
ResponderEliminarGracias, Juan. Es lo que tiene conocerse tanto. Una maravilla.
ResponderEliminarPrecioso.
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